Qué saber antes de enseñar a programar a mujeres que nunca han escrito código

Enseñar a programar partiendo de cero no es tarea fácil. Hasta hace unos años, sólo un puñado de privilegiados tenía acceso a ingenierías de software donde aprendían a planear, estructurar y escribir código, consiguiendo unas condiciones laborales muy distintas a las que acostumbra a disfrutar la inmensa mayoría de la población. 

La comunidad internacional de programadores era, en sus inicios, un universo aparte, formado por profesionales que habían pasado por la universidad (finalizando o no sus estudios, como Bill Gates, que no llegó a graduarse), y con ello, se habían diferenciado del común de los mortales gracias un skillset que pocos compartían. 

Sin embargo, con la entrada del nuevo milenio y la irrupción de los llamados bootcamps campamentos de intensidad militar donde se enseña a programar en tiempo récord , se consiguió democratizar una profesión que hasta entonces sólo era un privilegio al alcance de unos pocos. 

El objetivo de los bootcamps era claro y conciso: enseñar a personas ajenas al mundo tech a realizar las funciones propias de un programador, para así poder acceder a un sector en creciente demanda y satisfacer las necesidades de digitalización de toda clase de empresas y organismos. 

Así se inició una tendencia que, con la pandemia derivada de la Covid-19, no ha hecho más que aumentar.

El bootcamp desde la perspectiva de género

Algo que tienen en común las decenas de bootcamps actualmente disponibles en el mercado es su público. Actualmente, menos del 30% de los programadores en España son mujeres; un porcentaje que, a pesar de haber aumentado de manera notable en los últimos años, aún no alcanza las tasas de paridad que muchas empresas se esfuerzan por implementar. En los bootcamps, sucede lo mismo. 

¿Qué causa se esconde tras la aparente incapacidad de los bootcamps actuales para captar y formar a las mujeres que se inscriben en este tipo de cursos? Si la enseñanza tiene por objetivo formar profesionales independientemente de su género, ¿por qué sólo un porcentaje ínfimo de alumnas consigue superar estos cursos e incorporarse al mercado laboral como desarrolladoras web? 

La respuesta rápida es fácil de entender: a las mujeres no se nos orienta hacia carreras tecnológicas desde pequeñas, de ahí que sólo una porción muy pequeña de nosotras acabe ejerciendo profesiones como el desarrollo web, el diseño UX/UI, o la data science. Varios estudios han afirmado que las niñas pierden el interés por las ciencias a edades tan tempranas como los 6 o 7 años, aunque otros estudios sitúan este desinterés a partir de la adolescencia, entorno a los 14 o 15 años. 

Aún así, cientos e incluso miles de mujeres se inscriben en bootcamps de programación cada año en España, ¿por qué sólo unas cuantas consiguen graduarse en cada promoción? 

Por qué los bootcamps actuales no responden a las necesidades de las mujeres que aprenden a programar 

Una tendencia común en las sociedades patriarcales es la asociación de masculinidad con neutralidad. Los hombres representan “la normalidad”; somos las mujeres quienes aportamos la diferencia. 

Es por ello que estamos acostumbrados a que en televisión se hable de “fútbol” por un lado y “fútbol femenino” por otro, añadiendo la coletilla de rigor cuando se incluye a las mujeres. A cualquiera le resultaría raro escuchar a un presentador introduciendo la sección de “fútbol masculino”, pero nadie se sorprende cuando la sección de fútbol femenino aparece presentada como tal. 

Del mismo modo, la educación se ha centrado históricamente en responder a las necesidades de los alumnos hombres, pero no ha tomado en consideración las necesidades sociales, educativas y laborales de las alumnas mujeres, algo especialmente notable en estudios científicos y tecnológicos. 

Las mujeres del siglo XXI, a pesar de poder elegir cursar los estudios que deseen, no tienden a elegir carreras relacionadas con la tecnología o las ciencias, y siguen tirando más hacia estudios literarios o sociales. No sólo nos faltan referentes en este campo, si no que además, el tipo de enseñanza que se imparte no suele estar adaptada a nuestra forma de aprender o de pensar

Este 2021, Factoría F5 ha iniciado un nuevo bootcamp de desarrollo web full stack (o full stack development) enfocado únicamente a mujeres: el programa piloto BcnFemTech. Como co-formadora de este bootcamp, y antigua alumna de otro bootcamp similar aunque mixto, estas son las conclusiones que he sacado tras compartir mi día a día con 25 mujeres que nunca han escrito código antes.

Tres aspectos a considerar a la hora de enseñar programación a mujeres que nunca han programado antes

  1. Preocuparse por la conciliación es el primer paso para garantizar el éxito
    A pesar de los avances que se han producido en los últimos años, las mujeres aún seguimos realizando gran parte de los trabajos de cuidados en nuestros hogares. En nuestra lista de responsabilidades, cuidar de la casa y de nuestras familias aparece siempre en las primeras posiciones, seamos o no conscientes de ello. Es por ello que muchas de las alumnas de BcnFemTech se excusaban los primeros días de clase por estar atendiendo a las lecciones desde el autobús, mientras llevaban a los niños al colegio; o bien pedían permiso para salir antes de la hora, para poder dar de comer a sus hijos y volverles a llevar al colegio. En el resto de bootcamps mixtos de Factoría F5, los alumnos que son padres no suelen comunicar este tipo de incompatibilidades con el horario de clase. Establecer un horario compatible con las necesidades de las mujeres es imprescindible, ya que ninguna madre puede participar ni concentrarse plenamente en una clase si sabe que su hijo no ha comido todavía, o está enfermo, o no lleva chubasquero y el cielo amenaza con lluvia.

  2. Los sentimientos importan
    ¿Alguna vez alguien ha visto a un hombre levantar la mano en clase para compartir con sus compañeros sus sentimientos y emociones? Según tengo entendido, no es una escena demasiado habitual. Sin embargo, en un ambiente no mixto, hablar de sentimientos es algo que surge de manera natural, sin que nadie pregunte. En la primera semana de BcnFemTech, las alumnas respondían con sus sentimientos cuando les preguntábamos por su nivel de comprensión, y pronto descubrimos que su estado de ánimo afectaba de sobremanera a su capacidad de aprendizaje y concentración. Invitarles a hablar sobre cómo se sienten, creando un ambiente seguro para ellas, no sólo ayuda a los docentes a detectar temas teóricos que requieran refuerzo, si no que también les ayuda a ellas a combatir frustración y no sentirse solas ni incapaces de aprender. Cursar un bootcamp es una experiencia abrumadora; ofrecer espacios seguros para hablar de nuestra salud mental es imprescindible si queremos conseguir que más mujeres superen este reto.

  3. La importancia de enseñar a pensar de manera abstracta
    Decenas de estudios se han centrado en analizar las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres, determinando que los hombres tienden a mostrar mejores resultados en pruebas relacionadas con la percepción espacial y el pensamiento abstracto, mientras que las mujeres muestran mejores resultados cuando se trata de pensamiento intuitivo y analítico. Para una mujer que nunca ha escrito código antes, las abstracciones de la lógica computacional pueden resultar no sólo difíciles de entender, sino también hasta cierto punto intimidatorias. Existen pocas situaciones de la vida cotidiana en la que una persona que no pertenece al mundo tech deba aplicar niveles de lógica tan abstractos como los que se aplican diariamente en desarrollo web, por lo que establecer símiles con situaciones y elementos de la vida cotidiana es imprescindible. Equiparar el uso de una Rest API con la labor de un camarero en un restaurante, siendo la cocina el back-end, y el comensal que entra por la puerta el front-end, es sólo un ejemplo de las muchas formas en las que podemos facilitar la enseñanza de pensamiento abstracto a nuestras alumnas. Se requieren grandes dosis de creatividad, pero el efecto en las caras de las alumnas es prácticamente inmediato.

 

Estas son sólo algunas de las maneras en las que podemos facilitar la formación de nuestras alumnas, tanto en ambientes de bootcamp como en cualquier tipo de formación reglada. Como docentes, tenemos en nuestro poder la capacidad y la responsabilidad de adaptar la formación que impartimos a las necesidades específicas de nuestras alumnas y alumnos. Preguntar abiertamente sobre emociones, preocuparse por la conciliación y las necesidades específicas de las alumnas y esforzarse por aproximar el pensamiento computacional a audiencias no especializadas son pasos necesarios que debemos tomar para que el número de graduadas en estudios STEM continúe aumentando y podamos alcanzar la paridad real en las generaciones que están por venir.

Marta Sastre Haro

Co- Formadora en Factoría F5 – Desarrolladora Web Fullstack